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LUCIEN HERVÉ. Retrospectiva Fotográfica
En el Marq.Museo de Arquitectura y Diseño, Av. del Libertador 999 (esq. Av. Callao) Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Horario: martes a domingos de 13 a 20 hs.
El juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz
La frase con la que Le Corbusier definió a la arquitectura,parece dictada para describir las fotografías de Lucien Hervé, dedicadas en gran parte a registrar las obras del arquitecto suizo, quien seguramente percibió en esas imágenes sensibilidad para percibir las formas y la manera en que la luz las revela, cuando decidió confiarle al fotógrafo residente en París el retrato de sus obras.
Lucien Hervé, seudónimo de László Elkan, nacido en Budapest en 1910 y radicado en París en 1929, compartió con André Kertesz y Brassai, además del arte de la fotografía, la ciudad de residencia y la nacionalidad. No debe ser casualidad que Hungría haya dado tantos y tan buenos fotógrafos, habría que investigar la razón. Otro húngaro, László Moholy-Nagy, también fotógrafo y artista, profesor en la Bauhaus, teorizó acerca de las nuevas formas de creación visual en su libro La Nueva Visión, dando sustento conceptual a las imágenes creadas por sus compatriotas en las primeras décadas del siglo XX en París.
Si bien Lucien Hervé hizo foco especialmente en la arquitectura, podemos comprobar viendo esta cuidada selección que presenta el Marq, compuesta por cuarenta fotografías tomadas en las décadas de 1940, 1950 y 1960, que su temática no se limitaba a los edificios: el paisaje urbano y la figura humana también aparecen registrados por su cámara. Tomas desde su ventana, vistas de la ciudad de París, y sutiles retratos de artistas y arquitectos (Matisse, Burle Marx y el propio Le Corbusier), completan esta bella serie curada por Leila Makarius.
La arquitectura es el objeto de la mayoría de estas fotos, pero el ojo de Hervé nos lleva siempre al detalle, al recorte que su mirada realiza sobre el edificio, buscando el juego formal entre los volúmenes, sus texturas y la luz. ”Como un cazador detrás de su presa sabe que 'hay que seguir siempre al sol'” dice Martín Marcos, director del Marq, en el catálogo de la muestra. Y eso se puede ver en las fotos: el sol casi siempre es protagonista.
Su mirada es puramente expresiva y resueltamente personal, casi nunca descriptiva ni documental. Sus fotos nos hablan más de su propia sensibilidad y su poesía que de los objetos retratados. Vemos en ellas el desarrollo y la búsqueda de su imaginario visual. Hervé utiliza los objetos, los espacios, el sol y las sombras, como materia prima para su libre creación. Cuando reconocemos edificios y lugares, en general es mediante el encuadre de un detalle, o en recortes que combinan varios elementos en distintos planos. Los materiales, con su masa y su textura, están muy presentes en estas fotografías, la expresión de las estructuras desnudas y rústicas, están dispuestas en el cuadro buscando su organización geométrica, su simetría.
También aparece la presencia humana: el trabajador de la construcción que se revela casi como figura fantasmal, el recorrido del habitante, del usuario, y hasta el creador de esos edificios, como Le Corbusier, entran en juego con las lineas que definen los espacios y que separan las superficies blancas casi quemadas de luz, de la profunda negrura de las sombras. Influido por las ideas de Moholy-Nagy y de Alexander Ródchenko, Hervé hace registros minuciosos de las obras de arquitectura, tomando fotos desde todos los ángulos posibles, intentando encontrar lo inesperado: “Mi fotografía revelaba algo que le había pasado desapercibido, algún aspecto visual, un espacio que no había previsto.
Le Corbusier había previsto el efecto del espacio pero no los efectos creados por ese espacio en particular y eso era precisamente lo que se me daba bien a mí, como es natural siendo fotógrafo”, dice Hervé acerca de su trabajo con el arquitecto suizo, citado por Eduardo Maestripieri en otro texto del mismo catálogo, quien también cuenta que “...con un empeño poco frecuente, realiza en una sola jornada seiscientas cincuenta tomas (de un edificio en Marsella) ...en limitados y condicionados carretes, usuales en aquellos años. Muchos de los registros están sobreexpuestos, otros subexpuestos, Hervé no usa fotómetro y prudentemente repite las tomas, en una exploración extrema de los contrastes, en una búsqueda cercana al expresionismo donde las sombras definen el diálogo entre forma y sustancia.”
Trabajando como un artista plástico, experimentando con la materia sobre el soporte, la luz sobre la película, probando una y otra vez, dejándose sorprender luego por los resultados, en el cuarto oscuro. “Le Corbusier dirá que estuvo buscando por más de cuarenta años un fotógrafo que pudiera entender y plasmar en imágenes su obra, y lo encuentra en Hervé, quien fue su amigo y fotógrafo hasta su muerte” dice luego Maestripieri.
Quien sea sensible a la vez, a las formas construidas y a la fotografía, podrá comprender este entendimiento entre los dos artistas, y buena parte de ello puede verse en esta muestra, la primera dedicada al fotógrafo en nuestro país. Vale la pena acercarse al mundo visual monocromático y contrastado de Hervé y empezar a conocer su personal obra.
Henri Cartier-Bresson, decía que para hacer una foto hay que poner en línea el ojo, la cabeza y el corazón. Esto sin duda lo podemos comprobar viendo las fotografías en blanco y negro de Lucien Hervé, quien excede largamente la categoría de fotógrafo de arquitectura, para llevar la imagen fotográfica a un nivel expresivo poco frecuente, en una obra que seguramente ha dejado huellas en la fotografía del siglo XX, y lo sigue haciendo.
