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Gatopardismo

Publicado: 19-02-2009
2945 visitas desde el 13/08/09

Por: Becquer Casaballe

Buenos Aires, Argentina
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  Tweet Giuseppe Tomaci Di Lampedusa (1896-1957) conoció la fama después de muerto, como le ha pasado a muchos artistas.

Sobre los últimos años de su vida escribió la novela “Il Gattopardo” que fue rechazada por las dos editoriales en las que intentó su publicación.

Después de su muerte, el manuscrito estuvo dando vueltas por ahí hasta que la editorial Giangiacomo Feltrinelli decidió darle forma de libro. Recibió un premio y Luchino Visconti la llevó al cine.

A partir de entonces, el término “gatopardismo” se incorporó definitivamente al lenguaje de la política.

Sintetizar una novela de la complejidad de “El Gatopardo” en pocas frases es imposible. Digamos que su protagonista, Fabrizio Corbera, Principe de Salina, se ve envuelto en Italia a mediados del siglo XIX en la revolución garibaldina.

Comprende que ha llegado el final de la aristocracia a la que pertenece, pero aparecen en escena personajes ligados al viejo régimen, que se dan cuenta de las transformaciones sociales y políticas que se avecinan, así que en lugar de combatirlas se suman a ellas, para de esa manera lograr sobrevivir.

Es entonces cuando en la novela aparecen las frases que darán origen al término:

"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".

"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".

La historia argentina está llena de ejemplos, desde la Revolución (¿revolución?) de Mayo hasta nuestros días. ¿Se modificaron acaso las relaciones de producción? ¿Terminó realmente con los esclavos y la servidumbre? ¿Le dio oportunidades a los pobres y mejoró las condiciones de vida del pueblo? ¿O sucedió apenas que quienes tenían el poder económico asumieron el poder político que se les negaba por su condición de criollos?

El desgraciado de Santiago Liniers, héroe de la Patria Vieja y víctima de la Nueva no se dio cuenta de ello y por eso lo fusilaron. No resulta casual, por otra parte, que muchos de los mayores héroes de aquella gesta como José San Martín, Manuel Belgrano y José Artigas, terminaran sus días lejos del país y del poder.

El gatopardismo anda por todos lados, no solo en su ambiente natural que es el de la política, sino que también se ha instalado en la cultura y, como parte de ella, en la fotografía.

Quienes han querido hacer realmente algunas verdaderas transformaciones quedaron fuera del sistema, o se pide que sean silenciados o se los expulsa con recursos de dudosa legitimidad (recordad a Sergio Visani, a la espera de su “Carta de los Reyes Magos”).

Pero es de esa manera, y no de otra, como el sistema institucional, que algunos denominan con el anglicismo de “establishment”, logra preservar su continuidad y, con ello, seguir disfrutando de los beneficios que le otorga el poder.

Becquer
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