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FESTIVAL DE LA LUZ.2016
Werner Bischof en América
El suizo Werner Bischof (1916-1954), atravesó en su corta vida, por todas las etapas profesionales que un fotógrafo puede abordar. Desde su etapa de formación y experimentación, pasó por la foto de moda, y el fin de la guerra lo llevó a recorrer Europa para registrar ese momento, llegando al fotoperiodismo con el ingreso a la agencia Magnum en 1949. En 1952 decide dejar la cobertura periodística, para comenzar a viajar y dedicarse a su trabajo más personal, guiado por sus deseos más profundos. “Necesito de la naturaleza, odio la vida civilizada, quiero volver aquí otra vez y filmar”, le escribe a su esposa desde Perú, días antes de morir en un accidente. “Helechos más grandes que una persona, matorrales, selva y yo sin machete, ¡y con tres cámaras y un trípode!” Sigue relatando a Rossellina en la carta, su travesía al Macchu Picchu.
En otra carta, esta vez a sus amigos, les escribe decepcionado: “De la Revolución quedó poco, los generales se construyeron casas señoriales, los reaccionarios volvieron del extranjero y sería bueno que despierte un nuevo Zapata. Me parece que los pobres, los campesinos, se han resignado a esto, que todo en la política son hermosas palabras que no llevan a nada nuevo”. También dice sobre México: “Hermoso, pero no he logrado nada extraordinario aún”. Una sensación con la que todo fotógrafo puede sentirse familiarizado.
Por suerte, en la muestra que tenemos el placer de disfrutar en Buenos Aires, y que está integrada por más de 30 fotografías de ese último viaje por Latinoamérica en 1954, podemos apreciar cómo su gran sensibilidad y su impulso por viajar desde las ciudades hasta los rincones más inhóspitos de las montañas, lo llevó a registrar imágenes realmente extraordinarias.
Podemos ver en la muestra sobre todo dos grandes temas: la ciudad (México y Panamá) y la montaña (Cusco, Macchu Picchu y Pisac en Perú). En el abordaje de ambos podemos apreciar el talento de Bischof para lograr la clave de toda buena foto: el momento preciso. Y la capacidad para acercarse a la esencia de los temas: la vida cotidiana de la ciudad y sus personajes, las situaciones y los conflictos sociales, las ceremonias rituales, la fuerza de la piedra y de la montaña, y siempre el ser humano como protagonista. Mediante la táctica de la foto callejera, haciéndose “invisible”, para registrar momentos de gran intimidad y comunión popular, con un sutil manejo de la luz y el foco que acentúa ese clima místico (serie sobre la Semana Santa en Pisac, Perú). También encontramos la frescura de las situaciones de las calles de ciudad de México, y los juegos de luces, sombras y texturas en el Cusco, que recuerdan a sus trabajos experimentales de la década anterior, pero que logran transmitir el alma del lugar y de su gente.
Al contemplar esta serie de fotografías, no dejamos de preguntarnos cómo se encara un trabajo fotográfico desde una mirada “extranjera”, desde afuera. Y sin dudas vemos a través de sus fotos, cómo Bischof llega a un pueblo, se deja llevar por sus sensaciones, por su sensibilidad hacia la gente común, para mimetizarse, y poder llegar a la esencia de la vida y de la naturaleza de ese lugar. Por supuesto esto no es fácil de lograr, y quienes lo han hecho son esos pocos elegidos, que no por casualidad son considerados los grandes de la fotografía. Sin dudas Werner Bischof es uno de ellos, y esta muestra montada con sumo cuidado y buen gusto en el Museo de Arte Hispanoamericano Fernández Blanco, es una oportunidad para comprobarlo. No es habitual poder ver fotografías de esta calidad, impresas en buen tamaño, de uno de los grandes maestros del siglo XX.
(Puede visitarse hasta el 15 de octubre, de martes a viernes de 13 a 19hs, y sábados, domingos y feriados, de 11 a 19hs, en Suipacha 1422. Bono Contribución $10.- Miércoles gratis.)
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