El Mercado Central de Lima es una explosión de color, pero también es oscuro, y en todos los rincones , donde se encuentran desde maravillosas artesanías, deliciosas comidas y verduras, están los rostros, los rostros de los hermanos latinoamericanos. Rostros que sonríen con tristeza o ríen con cierto grado de locura indispensable para sobrevivir. Rostros que miran a un destino desconocido, o que cierran los ojos con cansancio, o que bajan la mirada por costumbre de haber tenido que bajarla por tanto tiempo, rostros marcados por el esfuerzo diario para conseguir lo mínimo indispensable, en una tierra rica , con su riqueza expropiada. Esos rostros son los que veo en el Mercado y los que quiero mostrar.