Crónica de la misma por Pablo Livov:

Banchero?? No, Los inmortales.

Dado que a la Hora Señalada estábamos en la puerta de los Inmortales, dado que había duda sobre la decisión definitiva, el Pardo, Bec y yo, acercándose raudamente Alberto Penney, y la agraciada Sol, pese a una cena que la aguardaba se hizo un rato y se apersonó, se agregó a los pocos minutos el amigo Humberto, que nos vio cuando cruzó a comprar cigarrillos, y se dirigía a Banchero.

Luego de una generosa espera, nos dirigimos a la citada Banchero donde esperaba el caballero Tito Chescota, nos confundimos con los asistentes a un teatro de las inmediaciones, dado que nos pusimos a charlar al final de la cola, creando algunas confusiones, ya que por momento parecíamos una multitud, aunque en realidad éramos seis y no había llegado el homenajeado de la ocasión, Walter Paulón.

Después de cavilar un buen rato sobre la conveniencia de elegir Banchero o retornar a Los Inmortales decidimos que siendo seis y con colisteros lo suficientemente inteligentes como para en caso de no estar en un lugar ir al otro, nos fuimos al mejor lugar de pizza de la zona, Los Inmortales.

Se pidió la bebida y se produjo la primera confusión, algunos pidieron cerveza y Tito dijo sin pensar entre quienes se encontraba, para mi, cuatro, debiendo aclarar ante la perplejidad de los vecinos de mesa que quería una gaseosa de esa marca, con sabor a pomelo.

Antes de la llegada de las primeras vituallas, se incorporó el Padre Murphy, con lo cual la mesa se transformó en algo bendito, y lo allí dicho en secreto de confesión.

Se hizo en este momento el primer brindis, en especial con aquellos que queriendo concurrir no pudieron hacerlo, en especial por la distancia.

Pasada la segunda pizza se recibió un llamado de Walter, el cual preguntó es Banchero de once, la Boca o el de Corrientes y Talcahuano, anoticiado de que estábamos en Los Inmortales, y feliz porque la ingesta alcohólica todavía permitió saber donde estábamos se presentó, acompañado de su esposa y su joven hijo.

Incorporándose a la mesa, que seguía creciendo, convirtiéndose en un piquete gastronómico, el que impedía el acceso a los sanitarios y amenazaba con derribar el muro e invadir la Pastafrola, tradicional confitería, vecina del lugar.

Cerca de las 21:30 se incorporó el amigo Gavazzi, retirándose Sol con destino a otras mesas y otras compañías.

Don Gavazzi aportó documentación que prueba que algunos miembros del foro existían antes de la invención de la computadora e internet y ya andaban haciendo de las suyas.

Casi sobre el final y cuando no quedaban casi vituallas se apersonó Osky, hambriento, lo que obligó a reiniciar el ciclo de pedir pizza y devorarla.

Así entre recuerdos de épocas idas, amables semblanzas vertidas sobre algunos colegas que por supuesto, ensalzaron las virtudes de los mismos, el tiempo fue pasando y decidimos partir, algunos a las casas y otros a cafetear, como fui de los primeros dejo la segunda parte de esta crónica a alguno de los que fueron a La Giralda a cafetear y seguir departiendo.

Cordialmente.
Un abrazo.

P@blo

Esperando frente a Banchero

Pablo Livov

Becquer Casaballe

Alberto Penney

Sol Arrese

Tito Chescotta

Tomás Terroba (Padre Murphy)