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El pícaro esposo

Publicado: 16-05-2011
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Por: Roberto Kuper

Buenos Aires, Argentina
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EL PICARO ESPOSO 
                                 de  Roberto H. Kuper

                  
La  luz  del sol golpeó su rostro, lo que hizo que abriese sus ojos de a poco, como mirando sin ver por el reflejo que invadió su habitación…

Girando sobre la cama, colgó sus piernas hasta tocar el suelo… pero sintió que la textura de la alfombra no dio ninguna sensación a sus pies… miro… y se sorprendió en ver que estaba con el calzado puesto, como pudo se puso de cuclillas sobre el piso… el espejo de su cómoda… devolvió su figura… sin ropa… y su mejor traje… azul… tirado por el suelo, desparramado.

Dándose vuelta, vio sobre el lecho, cubierta por las sabanas floreadas… la figura de una mujer cuyo rubio cabello asomaba apenas por la ropa de cama. 
Los recuerdos volvieron a su mente y lo transportaron  a la noche anterior,,,

Con esfuerzo comenzó a revivir esos momentos… y pronto la claridad volvió de a poco …o algo de lo sucedido en una reunión con sus amigos con sus respectivas esposas…

Recordó haber concurrido con la suya,  pero que bailó toda la noche con otra mujer, de cabello negro… un antifaz cubriendo su rostro… y  que la invitó a escapar de la fiesta y llevarla a su departamento… solo pudo acordarse de haber pasado unos momentos inolvidables… lleno de caricias y amor, aumentados por los efluvios del alcohol bebido…

Ya despierto totalmente, pensó en su esposa, que habría sucedido… luego de su adulterio… recorrió totalmente el lugar y no la encontró allí… miró la hora y el reloj marcaba las seis de la mañana y dedujo que alguno de sus compañeros la traería.

Apurado por ello, corrió al dormitorio con lagrimas en sus ojos, arrancó las sabanas que cubrían a la dama, y su llanto se convirtió en una carcajada… su esposa… desde el lecho le dijo… que bien la pasamos ayer…
Estas fiestas de disfraz son hermosas... impredecibles… pero lo único que me fastidiaba fue la peluca rubia que me daba un calor tremendo…
Me alegré mucho cuando me dijiste…  ¿Venís a casa…?
Vamos a estar solos…

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