FotoRevista-->Notas y Noticias de Fotografía-->Cuentos, Anecdotas, Letras y Leyendas 

Bitácora de un viaje a Vela

Publicado: 27-01-2011
1843 visitas

Por: Vanesa Siebens

Capital Federal
http://vanesie.daportfolio.com
Imprimir esta página   Volver
 
  Tweet Hace ya algunos meses, buscando lugares para saciar mis ansias de capturar momentos y percepciones, se repiten en mi cabeza imágenes de un pueblo quedado en el tiempo. Construcciones de fines del siglo XIX, de las cuales pueden observarse en Buenos Aires variados ejemplos opacados entre tantos edificios de departamento, tránsito y marquesinas. 

Reliquias de nuestra arquitectura que permanecerán allí, si la suerte les promete mantenerse en pie un tiempo más, antes de que alguna importante constructora los compre para demoler y transformarlos en nuevos edificios cuya construcción diferirá mucho en calidad y calidez. 
La historia de sus muros, el detalle de sus cielorrasos y la durabilidad de sus solados será irremplazable por más diseño e innovación en materiales y tipo de construcción que las nuevas generaciones traigan al mercado y los grandes inversionistas puedan pagar.

El fin de semana tuvimos la oportunidad de disfrutar del paisaje de Tandil, de su gente y de su calidad de vida, que por cierto y para suerte de sus habitantes y turistas que la visitan, es muy distinta de nuestra querida ciudad de Buenos Aires. 

Asesorados por "Martín Estol", otro apasionado de la captura de imágenes, nos embarcamos en un viaje de una hora para llegar a un pueblito a 50 Km del centro de Tandil, que remite a fines del siglo XIX: "María Ignacia-Vela". Un pueblo de 2.000 habitantes según los datos oficiales. Aunque a juzgar por lo perceptible, 130 sería un número exagerado. El único micro que se acerca al lugar, el "Expreso a Vela" como lo llaman, permanece allí solo cuarenta y cinco minutos y hace un solo viaje en el día. Por lo cual había una única opción: la cámara en automático y apostar al encuadre y a la perspectiva. 

Tal cual lo había soñado. Las imágenes de mi memoria se imponían delante de mis ojos como si en lugar de estar fotografiando, estuviera pintando cuadros. No era yo quien registraba el paisaje, sino el paisaje el que se acomodaba a mis recuerdos. 

Las casas de ladrillos a la vista, los muros con restos de revoque, la humedad de los cimientos, las rejas de hierros forjado, las mesadas de mármol, las carpinterías de vidrio repartido (que aun conservan sus herrajes originales de bronce), la ornamentación en dinteles y modillones, las persianas oxidadas, las cenefas de chapa calada de las galerías, las calles de adoquines, el silencio de la siesta, el canto de los pájaros, los árboles sin hojas y una organización barrial tradicional de fines del siglo XIX ( la plaza central alrededor de la cual se erigen: la iglesia, la municipalidad, la escuela pública, el hospital, almacenes de ramos generales, y algún otro comercio). 

En la Calle central, la arboleda recorre el boulevard. Nosotros también.
Al llegar al final, al pisar el cordón, tuve la sensación de haber llegado al horizonte del decorado de "The Truman Show". Allí se terminaba el pueblo. Del otro lado de la calle, a modo de gigantografía: campo y silos. Nada más. 


Según la historia oficial, la historia de Vela
[se escribió con letras sobre vías y durmientes como renglones. En sus comienzos, fue motor de progreso; hoy, el recuerdo edificado de una época de esplendor y un crecimiento que no llegó a ser. (...)Cuando sobre esos ricos campos de pastura y roca el Ferrocarril del Sud decidió instalar una estación. Todo fue en 1885, dos años después de que el tren llegara a Tandil y mientras continuaba su prolongación hacia Bahía Blanca. El lugar elegido pertenecía a terrenos de los hermanos Felipe y Pedro Vela, que donaron el solar para esa construcción y para el tendido de vías. El primer tren llegó el 5 de marzo de ese año y trajo consigo el progreso. Sin embargo, sólo se llamaba Vela la estación ferroviaria, ya que el nombre del pueblo que surgió después, María Ignacia, corresponde al de la madre del estanciero local Vicente Casares, que diseñó un loteo sobre terrenos linderos a los de los hermanos. De esta manera, y en un hecho poco corriente en el país, la estación de trenes tiene un nombre y la localidad que surgió a su vera, otro. Aún hoy, todos en Tandil, por respeto a ambas denominaciones hablan de María Ignacia-Vela, aunque coloquialmente se utilice más el segundo nombre.] (Fragmento extraído de: http://www.cybertandil.com.ar/ciudad/maria%20ignacia%20vela-historia.htm)

Hecho curioso: el mismo tren que la forjó, la dejó aislada, olvidada, perdida en el tiempo.
¿Será esto una ventaja?, ¿Realmente ese tren estaría destinado a llevar progreso?, ¿Qué progreso?, ¿El de las grandes ciudades?, ¿La contaminación, la ambición desmedida, el aceleramiento que no lleva a ningún lado, la falta de valores.?.
Vela conserva su arquitectura casi intacta. Existen construcciones nuevas, algunas más imponentes y otras más humildes. 

Las marquesinas no abundan. Son exclusividad de los nombres de los pocos comercios que tiene el pueblo. La inseguridad no parece inquietar: las puertas permanecen abiertas, las bicicletas se apoyan en los frentes de las casas, sin ningún tipo de candado.
Todas y cada una de las personas que nos cruzamos, desde los más chicos hasta los ancianos, nos saludaron como si nos conocieran, aunque asombrados de vernos por primera vez y con una cámara en mano. 

No se observan grafitis. Sí unos murales dignos de un excelente artista que no se dedica a arruinar propiedades ajenas sino a llenar de talento, color y sentido, muros vacíos de un pueblo monocromo que pide salir de la monotonía. 

Un viaje de una hora de ida y otra de vuelta para permanecer en el lugar solo tres cuartos de hora. Un viaje que volvería a hacer por el solo hecho de volver a sentir la misma paz que transmite el lugar y poder conocer los rincones a los que no pudimos llegar. 

Una visita de cuarenta y cinco minutos no alcanza para conocer tanta riqueza arquitectónica, histórica y cultural empapada de tradiciones y valores que ya no se observan en las grandes ciudades. 

Vanesa Siebens
(para ver más fotos: http://www.facebook.com/pages/Vanesa-Siebens-Photography/150659541617141)
 Foto 1   FotoRevista no asume ninguna responsabilidad por el contenido esta nota,
siendo su autor el único responsable de la misma.
  

Comentarios recibidos (3)

 Los comentarios están cerrados para esta nota.   
También te puede interesar
 
Nuevo Paradigma en la fotografía
 24/09/2012  Tecnica

Nuevo Paradigma en la fotografía

por Carlos Fadigati
Los pliegues del pasado
 Exposiciones
Cierra: 28/07/24

Los pliegues del pasado

por José Broide
 
  El límite de la fotografía es nuestro propio límite
Home   Favoritos   Atrás   Arriba
 
Quienes somos     Contacto     Reglas de Participación   Las fotografías expuestas en este sitio pertenenecen a sus respectivos autores y no pueden ser reproducidas sin autorización de los mismos.  
  
Concursos Patrocinados de FotoRevista:
Desde 2014 transmitimos nuestros juzgamientos en vivo:
  77° Concurso Mensual FotoRevista