FotoRevista-->Notas y Noticias de Fotografía-->Cuentos, Anecdotas, Letras y Leyendas 

Camino a El Olvido

Publicado: 30-09-2009
3167 visitas

Por: Josè Marìa Lagorio

San Nicolàs
http://www.joselagorio.blogspot.com
Imprimir esta página   Volver
 
  Tweet Aquella tarde gris otoñal salí del pueblo hacia el campo por la senda polvorienta que nos une con otros pueblos, aquel día con amenaza de lluvia salí decidido a vencer el miedo. Mientras caminaba pensé que la leyenda no es más que eso, solo un mito, una fantasía. Desde niño oí hablar del campo de los irlandeses, de la estancia llamada “El Olvido” que habían comprado los Cormack, una familia irlandesa de la que muy poco se sabía.
La leyenda dice que quien entra al campo de los Cormack al salir será olvidado por todos los que lo vean y ya nadie se acordará de él, ni siquiera su propia familia lo recordará, será olvidado para siempre. Bueno dije yo, esto no puede ser verdad y voy a ser el primero en entrar. Al llegar al lugar abrí la tranquera, hice dos pasos, y me quedé inmóvil por unos segundos mirando fijamente el camino de entrada, que estaba adornado por filas de árboles a los costados. Dejando de lado las dudas entré. Cuando llegué hasta el casco de la estancia me quedé un tiempo admirando un hermoso auto antiguo, quizás retardando algo más mi encuentro con los Cormack. Golpeo la puerta grande de madera, y me atiende un señor mayor muy amable que luego de una corta conversación que tuvimos me hace pasar, me muestra el hall de entrada que por su aspecto en general era como retroceder más de cien años en el tiempo, eso es algo que me impactó y me entusiasmó. Luego pasamos a la cocina comedor donde me presenta a su mujer, tan amable como él. Me sirven un té con un trozo de torta de chocolate y seguimos charlando, me hablan de los inmigrantes irlandeses y me muestran algunas viejas fotos, fue todo un momento agradable en el que nunca me animé a preguntar lo que venía a averiguar. Pensé mientras miraba la leve llovizna por la ventana: la leyenda no puede ser verdad en un lugar tan placentero como este y con gente tan amable como la que vive aquí.
Luego de un par de horas de estadía me vuelvo al pueblo muy satisfecho, contento por ser el primero y el único en animarse a entrar a El Olvido, y poder demostrarles a mis padres y hermanos, y a todo el pueblo que la leyenda es solo una leyenda. Antes de llegar a casa voy a contarles la novedad a los amigos del bar, entro entusiasmado y me apoyo firmemente en el mostrador, le pido a Rogelio una medida de fernet puro con hielo, como a mí me gusta, y me dice: no servimos alcohol a gente extraña, solo a los del pueblo. Estos se enteraron que fui a la estancia y me están haciendo una broma pensé en ese momento. Miro a mis amigos Juan y Eduardo que estaban sentados a una mesa con sus vasos medio vacíos, me miran con caras raras, de enojados y con ganas de echarme. Salgo intrigado, sigo una cuadra más y golpeo la puerta en casa, allí mi madre abre el postigo de la puerta y pregunta: que quiere, que necesita.
Camino pensativo por las calles del pueblo, nadie me conoce, no se acuerdan de mi, hasta el cura me mira con desconfianza, y gracia que por lo menos me miró. Y así estuve varios días vagando por ahí, olvidado, sin que nadie me recordara. Buscando un lugar para refugiarme en un momento me vino a la mente una imagen, aquella vez que fui a la gran ciudad, que caminando por una calle llena de gente vi a un hombre casi anciano con ropa sucia, muerto de frío y seguramente con hambre, acostado sobre unos cartones que los usaba de colchón , la gente pasaba por al lado de este pobre hombre pero nadie paraba, nadie preguntaba que necesitaba, nadie le daba nada y yo, yo fui uno más de los que pasaron de largo.
Sentí la desesperación del olvido, sentí el dolor de la indiferencia, fui un olvidado más y con mi propia gente, en mi pueblo. Mendigando un poco de pan y durmiendo en la estación de trenes pasaron muchos de mis días. Yo no me quería imaginar a mi mismo en ese estado de abandono pero una mañana entro al baño de la estación y me miro fijamente en el espejo…!no me conocí ¡ no sabía quien era. La leyenda ya no era tal, y lo que pasó fue tan verdadero que cuando me vi me transformé en un extraño para mi mismo, del miedo rompí el espejo y salí corriendo. Corrí mucho, caminé, me fui muy lejos a la soledad de los montes y de los campos. Ya cansado de andar, sucio, con hambre, angustiado y desesperado, con el corazón desolado y los pensamientos oscurecidos, ya tocando fondo y al límite de mis fuerzas, encuentro una larga entrada a un campo con tranquera abierta, y un cartel de madera con letras de color verde bien grandes que decía: estancia “El Recuerdo”. Foto 1   FotoRevista no asume ninguna responsabilidad por el contenido esta nota,
siendo su autor el único responsable de la misma.
  

Comentarios recibidos (6)

 Los comentarios están cerrados para esta nota.   
También te puede interesar
 
Low Key o Clave Baja
 17/11/2014  Tecnica

Low Key o Clave Baja

por Ada Sacchi y Dario Rial
40 años. 40 imágenes
 Exposiciones
Cierra: 31/05/24

40 años. 40 imágenes

por Varios
 
  El límite de la fotografía es nuestro propio límite
Home   Favoritos   Atrás   Arriba
 
Quienes somos     Contacto     Reglas de Participación   Las fotografías expuestas en este sitio pertenenecen a sus respectivos autores y no pueden ser reproducidas sin autorización de los mismos.  
  
Concursos Patrocinados de FotoRevista:
Desde 2014 transmitimos nuestros juzgamientos en vivo:
  77° Concurso Mensual FotoRevista