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La Boca

Publicado: 31-01-2011
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Por: Roberto Kuper

Buenos Aires, Argentina
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(VIVENCIAS) DE Roberto H. Kuper

Año 1929… yo Roberto Héctor Kuper, nacía en La Boca, en el viejo hospital Cosme Argerich, en aquel entonces en la calle Pinzón, entre Palos y Martín Rodríguez. con la friolera de 5 kilos 200 gramos. Me pasearon por todo el hospital como un fenómeno.

La mayor parte de mi infancia transcurrió en ese pintoresco barrio… la cancha de Boca era de tablones de madera...
Caminito era solo una calle de tierra junto a la vía…
En la Vuelta de Rocha, muchos barcos de poco calado estaban amarrados con gruesas sogas a unos grandes artilugios de hierro…
Solo existía el puente viejo, con su transbordador, que cruzaba el Riachuelo… 

Riachuelo, que decir de este río, en ese entonces de aguas color marrón, en donde se podía pescar desde sus orillas, ronroneantes bagres amarillos, bogas, mojarritas y otras
esporádicas especies de peces. 

Los boteros, casi todos italianos como la gran mayoría de los habitantes del barrio, cruzaban a la gente que vivía en la isla Maciel, y a los trabajadores del frigorífico Anglo como empleados y matarifes del ganado que en corrales se acumulaban continuamente, éramos un país ganadero. 

En su costa junto al río, los grandes barcos ingleses de la compañía Blue Star, llevaban la carne argentina para Europa, al igual que pavos, aceites, frutos enlatados, etc.
Gran cantidad de personal poblaba el establecimiento, junto a La Aduanera y Ciabasa, donde en algún momento de mi juventud fui empleado, lo mismo que mi padre.

En aquellos lejanos años, la población boquense se componía mayormente de italianos y gallegos y en menor medida de paraguayos, algunos griegos y otras razas… hasta argentinos.
Las casas dominantes eran de madera y chapa, lo que luego fueron bautizadas como conventillos, pero de gran pulcritud, limpias, pintadas en vivos colores, que Quinquela y otros artistas plasmaron en sus telas.

Las frecuentes inundaciones, castigaban sus calles con el agua que las sudestadas empujaban sobre el castigado barrio.

Recuerdo los cines Olimpia que era el reo, el Dante de mas categoría, lo mismo que el Olavarria, todos ellos con funciones de tres películas, alguna en technicolor, por entradas que oscilaban en 0,20 centavos los menores y 0,50 los mayores, menos los sábados y domingos que costaban 0,80.

Si alguien quería salir a la calle, para comprar algo de pizza enfrente del cine Dante, en Brown y Suarez, la famosa Banchero y entrarla al cine y comerla mirando la película, podía hacerlo porque a la salida le daban una contraseña para volver a ingresar.

Recuerdo muchos negocios hoy inexistentes, como el Paulista, la pizzeria de Antíco y Bartolucci, La Linda Linda con venta de lanas, La Superiora, heladería El Aeroplano, Pedro Bignoli bazar, cantinas de la calle Necochea, Tuñin de la Boca…Pastas La boquénse, Panadería La Francesa, modas Morelli… Librería Bertolini… quienes han conocido esta parte de la ciudad han de recordar con nostalgia la belleza de sus habitantes, honrados, trabajadores, de familias bien constituidas, queriendo a este país en el que dejaban su esfuerzo y su empuje, pero recordando siempre “La bela Itália”…

Como se ha perdido todo esto… como lo dejamos ir…
Cuanta seguridad en sus calles, con la cana y su ronda nocturna, marcada con su silbato que infundía tranquilidad.
Cuanta música, cuantos perfumes a jazmín en sus pequeños patios, las serenatas tan frecuentes, las procesiones con la imagen de María Auxiliadora… los corsos de Carnaval en la Avda.Almirante Brown, jugando con pomos El Loro… y los primeros lanza perfumes de vidrio muy caros y resistidos porque hacían mal a los ojos. 

Como cambia todo, como cambiamos nosotros, como cambio la juventud, que no conoció o no recuerda el ayer, que solo es patrimonio de quienes ya estamos viviendo mucho…

Estas líneas son solo una bolsita de recuerdos, que a veces, hasta nosotros casi olvidamos y debemos pensar mucho para volver a recordar… quizá no era todo tan perfecto como lo queremos volver a imaginar, pero es una bella gimnasia para volver a vivir aquello tan singular que nos toco disfrutar y también a veces soportar. 

Ah… debo aclarar que soy de River… que también nació allí… Foto 1   FotoRevista no asume ninguna responsabilidad por el contenido esta nota,
siendo su autor el único responsable de la misma.
  

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