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para mis nietos

Publicado: 03-03-2009
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Por: Maria Susana Polizzi

Córdoba Argentina
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  Tweet CUANDO LOS GRANDES ERAN CHICOS


_ Tata , ´vos naciste en Córdoba como nosotros y la mami y el papi?
_, No, yo he nacido en un pueblo
de la provincia de Buenos Aires llamado El Socorro y a él se asocian los mejores recuerdos de mi infancia y mi adolescencia. Y junto a ellos está el tren y la estación .
_ Viajaban en tren entonces?
_ Si, porque mis padres decidieron venir a Córdoba donde el abuelo trabajaría en la Fábrica de Aviones cuando yo tenía poco más de tres años…Pero todas las navidades volvíamos en el tren, para pasar esas fiestas en familia. Y allí nos encontrábamos con los primos.
.En el pueblo en casa de los “Nonos del pueblo” abuelos paternos de origen italiano; y en el campo estaban los “nonos de la Chacra” abuelos croatas,
Antes de parar el tren en la estación veíamos en el andén al Nono José de la Chacra, en el sulky esperándonos para llevarnos al campo, y al tío Pedro, para darnos la bienvenida,
Los primos nos juntábamos en el pueblo Oscar, Carlitos, Mary, Teresita mi hermana Mirta, Graciela, y Carmencita, la más pequeña que para nosotros era casi una muñequita Luego nacieron Hector y mi hermano Daniel .Las correrías por el pueblo eran distintas a las de la chacra ,pero no por eso menos excitantes. ¡Aquella vez que llenamos de barro la olla del clericó que habían bajado al aljibe para que se mantuviera fresca!
La Nona Gracia amasando los ravioles para el almuerzo y la “Pañucatta”, una confitura de su tierra, que preparaba para Navidad y Pascuas, ayudada por las tías Erlanda y Pepa. El día de Navidad era la única oportunidad en que nos salvábamos de la sopa que religiosamente debíamos tomar al medio día y a la noche. Recuerdo a la tía Erlanda batallando siempre para que Carmencita , que era tan menudita, comiera , jugándole al lecherito trasvasando agua de un recipiente pequeño a otro para distraerla y así poder darle la cucharada de sopa o puré en la boca y el empeño que ponía en sacarle el juguito a la carne ,porque en esa época estaba de moda darles a los niños el jugo de carne , ¡ pobre Carmencita tan menudita a pesar de los esfuerzos que la mamá hacía para que creciera y engordara con el juguito ¡ Y el gato de mi abuela cada día más gordo! con el lomo que se comía después de extraído el líquido rojo.. En el pueblo teníamos la plaza con la sombra de sus plátanos, y las hamacas, el parque de la biblioteca.
. Pero lo más importante, el acontecimiento social diario del pueblo era ver la llegada del tren de Rosario, por la noche, nos ponían de punta en blanco, sobre todo los sábados, para caminar hasta la estación. Ya de lejos, cuando salía de la estación de Arroyo del Medio, se escuchaba su pitar.y era ver quien llegaba y quien se iba. Traían los diarios, y a veces también el comisionista con los pedidos que le habían dado. Pienso que la vida en El Socorro como en otro pueblos giraba alrededor de esa bonita estación de ferrocarril igual a otras miles que había a la par de los rieles que surcaban nuestro país. Recuerdo la casa de mis abuelos, tan amplia, el zaguán, la sala y la luminosa cocina, la huerta, donde el nono cosechaba tabaco que luego fumaba en su pipa. Si me parece escuchar el taconeo de la tía Erlanda en los pisos de madera de las habitaciones .Esa casa la asocio con una poesía que leí alguna vez” la casa guarda los ecos de nuestras voces pequeñas”
Pero luego partíamos para el campo y allí estaban los otros primos: Tato, Chito, Negra, María Elena, mi hermana. Las eternas partidas de naipes con el Nono José; Chinchon, escoba de 15. El se rascaba la cabeza y decía: No tengo nada, pero nos ganaba siempre. Allí pasábamos las fiestas de Año Nuevo y esperábamos a los Reyes. El 31 a la noche no se hacía mucho festejo, pero el primer día del año, era levantarse temprano y encender el fuego los tios y empezar a asar lechones o corderos. Mientras que en la cocina las tías y mi mamá mientras tomaban unos mates, preparaban buñuelos fritos en grasa de cerdo, con levadura y pasas de uva, que se acompañaban con grappa, bien al estilos de los inviernos de la Isla de Brac de mis abuelos, pero estábamos en verano y con la cocina a leña encendida bajo el techo de zinc, nos corría la transpiración por todo el cuerpo. Era también un rito poner a enfriar las bebidas en el pozo. En el almuerzo, eran largas mesas porque venían parientes amigos o vecinos para participar de la comida.
Pero nosotros los niños esperábamos con ansiedad los Reyes Magos y luego de desenvolver los regalos salíamos al camino de entrada a la casa a buscar las huellas de los camellos, que según nosotros eran distintas a las de los caballos que habitualmente entraban y salían por esa senda, ¡Y las encontrábamos!
Pasaron los años y mi papá se independizó, puso su propio taller de armado y reparación de radios, y ya dejamos de viajar para las fiestas, nuestras vacaciones se trasladaron a febrero, casi coincidiendo con Carnaval, Nosotros crecimos, llegó la adolescencia y en casa de Becha una vecinita de mis abuelos del pueblo, conocí a Dory, simpatizamos y ya fue la amiga del alma, nos escribíamos largas cartas durante el año y esperábamos ansiosas el viaje de nuestra familia a El Socorro. Entonces sucedió que yo fui dos o tres años en los meses de Enero y parte de Febrero allí. Durante la semana estaba en el campo acompañando a mi abuela que ya estaba muy enferma, y sábado y domingo partía al pueblo a casa de la Tía Pepa y a pasar largas horas juntas con Dory. Entonces nos había dado por escribir cuentos y éramos cada una crítica de la otra. Como habrá sido nuestra amistad, ¡que Dory acabó casándose con mi primo Oscar!
En mayo de 2001 nos juntamos en Córdoba los primos de la familia Polizzi por sugerencia de Oscar.
¿ Recuerdan esa cena cuando vinieron tantos familiares de afuera y conocieron a otros chicos de la misma edad de ustedes con los que jugaron y se divirtieron?
Y la casualidad hizo que nos enteráramos que se habían cumplido en febrero 100 años en que mi abuela Gracia y mi abuelo Salvador se casaron en la lejana Troina (Sicilia). Fueron hermosos momentos recordando tantos acontecimientos de nuestra infancia allá en los pagos de El Socorro.
Yo regreso más de una vez al año, camino por sus calles que ahora están pavimentadas, visito la Estación, que aunque ya no recibe más ni trenes ni viajeros está convertida en un centro cultural, y vuelvo a vernos niños, a Oscar en su bicicleta, a Carlitos tramando las más audaces travesuras, los primos disfrazados en Carnaval con lo que encontrábamos y me veo a mi misma entrando a la panadería de Subirada para comprar las más exquisitas carasucia que haya comido jamás …….


C.E.P.R.A.M.
Centro de Promoción de Adultos Mayores . Córdoba
Maria Susana Polizzi de Boggio
D:N:I: 4.622.586
Alumna de: Paisajismo II Fotografía

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