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para siempre

Publicado: 21-02-2010
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Por: maximiliano jaquenod

argentina córdoba
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Momentos para siempre
 
Maravilloso.
Era el sábado 14 de Octubre de 2000. Dicen que Dios descansó un sábado. Este seguro que no.
Estábamos observando el horizonte desde un alto morro en Punta Norte, en la península Valdés. Buscábamos encontrar una aleta dorsal negra, característica de las orcas que van a alimentarse a esa costa que da al mar abierto. Muchos elefantes marinos yacían en la costa inmóviles. Casi muertos. Era un tanto aburrido dirigir ese poderoso binocular fijo, atornillado a un grandioso pie de acero, hacia ellos. Claro, estábamos en Argentina y si no lo retenían de esa forma corría serios riesgos de desaparecer. Lo que me llamó la atención fue que no tuvimos que poner una moneda para poder usarlo, ni siquiera tenía la ranura. ¡¡Algo gratis y en funcionamiento!!
No vimos ninguna aleta.
Seguimos viaje para Caleta Valdés, faltaba un largo trecho por ese camino de ripio, que hacía unos minutos nos había marcado el parabrisas una de sus, no tan pequeñas, piedritas. Sí. El auto alquilado. Con seguro con franquicia.¿Mmmh? ¿Nos iría a salir muy caro?
No nos preocupamos mucho. Estábamos de vacaciones...
A nuestra izquierda se veía una inmensa playa solitaria de rojas piedras redondas, cantosrodados. Allá lejos el mar verde. Rojo y verde. Linda combinación hecha por la Madre Naturaleza. Nada que envidiar a las aguas del caribe...
...bueno, salvo la temperatura. 
Decidimos parar el motor, para escuchar los sonidos del desértico lugar. Nos pusimos a caminar hacia la costa, que lejos estaba. Es más fácil que caminar en la arena, pero más movediza.
La paz que se aspiraba por ahí era sedante, pero el viento te violentaba a la vez . (foto  1 )
El espejismo confundía el horizonte. Hacia allá caminamos unos metros, cuando en la orilla lo vimos tomando sol. Ahí estaba, sin cercos ni rejas que nos separaran (foto  2 ). Mal acostumbrados hombres de ciudad.
En ese instante me di cuenta que eso es lo que buscábamos en nuestra travesía. Me acerqué sin sobresaltarlo para ver sus ojos (foto  3  ). Cuando decidió acomodarse un poco más lejos de las rompientes olas que enfriaban su soleada siesta (foto  4  ). Eso me llevó a dar unos saltos hacia atrás, de seguro, no por miedo..., sino para dejar su camino despejado. 
Trasladándome algunos pasos divisé una manada de elefantes que reposaba tan pacíficamente como los que ya habíamos visto en Punta Norte. Al menos aquel, había dado signos de vida.
 
Luego sabríamos que no se pueden mover mucho porque generarían calor y por su gruesa capa de grasa, no podrían disiparlo convenientemente y morirían cocinados por su propia temperatura.
Esta manada era un harén. Costumbre no saludable para nuestra especie... especie de cultura.
Un macho con sus cinco bellas, aunque pesadas, hembras.
Suelen tener alrededor de 500 kg. y su macho llegar a los 2500 kg. en 5 metros de largo.
Hasta entonces todo era tan bello que nos sentamos a mirarlos.
De repente un macho, ajeno a esta paz y a esta manada, sale del mar entre las blancas y espumantes olas.
Se acercaba amenazante....y el patrono del harén, sin dudarlo, media vuelta y pecho! al desafiante elefante (foto  5  ).
El enérgico yergue más de la mitad de su cuerpo, ante amenazantes sonidos graves del retador. Fuertes golpes y mordiscos en el cuello y en el pecho, convencieron al macho dominante a emprender la retirada.
El desliz fue no haber reparado en su tamaño (foto  6  )
Eso fue lo que derivó en una rápida y victoriosa lucha sangrienta para el visitante. A pesar de un buen movimiento y rasgarle el cuello con sus filosos colmillos (foto 7). Tuvo que ceder terreno, retrocediendo hacia el mar.
Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse.
 
Sus mujeres ya se habían olvidado de él, cuando el flamante jefe visitante, comenzó a cortejarlas con nuevas y diferentes caricias y mimos.
Ensangrentado como estaba giró entorno a todas las hembras y una por una fue manchándolas de sangre y haciéndose reconocer como el abnegado por sus amores.
Cosa que no aguantaba el pequeñín que, desde al lado de su madre y con sonidos bien chillones, sólo podía ser un agitado espectador del recambio de padre  (foto 8 )
 
 
Extasiados por el espectacular show, que no se compara en ningún punto con Disney, y sin aplaudir,...
nos empezábamos a ir cuando nos dimos cuenta que el telón no bajaba y,
al contrario, se sumaban actores estrellas a este, nuestro, y sólo nuestro,
escenario magnánimo de la naturaleza. 
Ella, no se podía quedar afuera de este, su lugar.
La ballena Franca Austral (foto  9  ).
Estrella primera en las carteleras tan iluminadas de la Avenida Julio A. Roca.
Ella, lleva ese nombre puesto por los irracionales hombres de mar de aquellos años,... y estos también. Que las cazan con facilidad por su incapacidad de permanecer largos períodos bajo el agua sin respirar. Sólo diez minuto y ellas ya estaban allí, en la superficie, respirando y emitiendo esos chorros de aire que se ven a la distancia. Blanco franco de los arpones balleneros.
Quería pararme ahí.
Ser parte de todo.
Entre la ballena vedette,... el elefante soberano... y el delicado vuelo de la gaviota....
Ahí estar yo.
Un simple y pequeño hombre, mezclado con la grandeza de este mundo (foto 10   ). Es fácil creer en Dios.
 
Sólo quiero que me entiendan, si en alguna forma intervine en el equilibrio del ecosistema tan cuidadosamente organizado, pido perdón.
Pero como en toda obra exultante, uno termina siendo la víctima de ese poder que te arrastra al escenario, hipnotizado por las psicodélicas luces del recital, sólo para alcanzar a llevarte algún trofeo,... una remera, una uña o una baqueta... lanzar una rosa,... como en un teatro, que uno se pone de pie hasta que las manos ardan, encendiendosé de aplausos al grito de "BRAVO!"...o aunque sea llevarse un autógrafo o una mirada....... o una foto
 
Coartadas para aminorar el complejo de mi debilidad, al no poder resistirme al encanto de nuestro planeta.
 
                      Gracias,.....                                       
Maxi
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