La exposición fotográfica titulada "Sueños de Mandelbrot", realizada por Humberto Farro en 1993 en la Galería Agfa, fue un evento pionero en su época y marcó un hito en la fusión entre arte y tecnología. En la década de 1990, la computación gráfica y la exploración de fractales, en particular el conjunto de Mandelbrot, eran áreas emergentes de interés. Humberto Farro, un artista visionario, aprovechó estas tendencias para crear una experiencia única.
La exposición presentaba obras de arte generadas por computadora que exploraban los fascinantes patrones fractales del conjunto de Mandelbrot. Estas imágenes eran innovadoras en su enfoque y capturaban la belleza matemática de las estructuras fractales. La combinación de colores, formas y detalles en estas obras dejó una impresión duradera en los visitantes, quienes se maravillaron ante la profundidad y la complejidad de las imágenes fractales.
En aquel entonces, la tecnología necesaria para crear y mostrar estas imágenes era bastante avanzada y novedosa. La exposición de Farro atrajo a una audiencia diversa, que incluía tanto a entusiastas de las matemáticas como a amantes del arte, y se destacó por su capacidad para comunicar la fascinación de la geometría fractal de una manera visualmente impactante.
Sin embargo, es cierto que, a medida que la tecnología ha avanzado, la generación y visualización de fractales se ha vuelto más accesible y común. Hoy en día, cualquiera con una computadora y software adecuado puede explorar y crear imágenes fractales, lo que ha democratizado esta forma de arte. Aunque ya no es tan novedoso como en la década de 1990, el legado de la exposición "Sueños de Mandelbrot" de Humberto Farro perdura como un testimonio temprano de cómo la tecnología y el arte pueden converger para crear algo verdaderamente único y hermoso.
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Escribió Arthur Clarke en el apílogo de su libro "El fantasma de los Grandes Bancos" (The Ghost from the Grand Banks) (1990) refiriéndose al Conjunto Mandelbrot:
" A Carl Jung le habría sorprendido y complacido saber que, treinta años después de su muerte, la revolución informática cuyos inicios él apenas llegó a ver daría nuevo ímpetu a su teoría de los arquetipos y su creencia en un «inconsciente colectivo».
Muchas configuraciones del conjunto M evocan el arte islámico; quizá el mejor ejemplo sea el famoso diseño de Cachemira. Pero otras formas nos recuerdan a estructuras orgánicas: tentáculos, ojos de insecto, ejércitos de hipocampos, trompas de elefante. Luego, abruptamente, se transforman en los cristales y copos de nieve de un mundo anterior al comienzo de la vida."